Los 29 de febrero

Los 29 de febrero son días especiales, como todo lo que escasea. Hoy celebro mi primer aniversario de boda y el cuarto al mismo tiempo. Eso sólo lo puedes hacer si eliges un día como hoy para añadir un trámite más a la colección que acumulamos a lo largo de la vida.

Hoy quiero rendir un homenaje a mi otra mitad, a mi socio de vida. No porque decidiéramos firmar un papel más hace exactamente cuatro años (nuestro compromiso no entiende de firmas), quiero hacerlo porque estas últimas semanas en San Francisco ha demostrado un millón de veces más que sin duda es la persona con mayor calidad humana que la vida ha colocado en mi camino. Santy no sólo es el chaval del que me quedé prendada cuando sólo era una adolescente, es el veinteañero con el que disfruté mi juventud más feliz a golpe de sueños y carcajadas y el hombre al que amo y que la vida ha ido mejorando también a base de momentos difíciles. Pero por encima de todo, Santy es el mejor padre del mundo. Él es un tío que decidió formar parte de la crianza de Alma desde el segundo uno  y la persona que está cuidando de ella la mayor parte del tiempo en este rincón del mundo que no me deja parar y que me tenía preparados demasiados planes y compromisos  a mi llegada.

Sólo los que convivimos o hemos convivido con un ser humano de 16 meses sabemos lo que significa y lo que desgasta pasar horas y horas, días y días compartiendo cada una de sus exigencias, rabietas, risas, llantos,  frustraciones y progresos. Aún así, Santy saca momentos para seguir buceando en su código, le roba horas al sueño y afronta la situación con la misma sabiduría y paciencia con la que ha vivido siempre su vida. Pero yo sé que está agotado. Me lo dice poco, aunque no puede esconderlo. Alma no lo nota, ella le adora y su relación se ha vuelto aún más especial que la que ya tenían cuando dejamos Madrid. Soy muy afortunada. Alma también. Y Santy. Siempre digo que los hombres tienen su revolución pendiente en el ámbito privado, que nosotras ya hicimos la nuestra en el público y recuperamos espacios que se nos habían negado durante siglos. Santy se plantó y reivindicó lo que era suyo, la mitad que le pertenecía. Gracias a eso yo he podido seguir creciendo como mujer y simplemente por eso él está en el mayor de mis pedestales. Hoy le quiero y le respeto mucho más que hace cuatro años. Este 29 de febrero en realidad lo que celebro es a mi Hombre, la suerte de mi vida.

 

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